Hoy está en boca de todos el problema de suministros mundial, por tensiones y rupturas en las cadenas de aprovisionamiento globales que generan inflación y desabastecimiento.
En amec ya notamos las primeras señales en noviembre de 2020, en que las empresas de nuestra comunidad nos comunicaban la subida de los precios de mover contenedores entre Europa y China. Unos meses después todo se desbordó.
La explicación a este fenómeno se achaca habitualmente al shock de oferta producido por la reducción de capacidades productivas y logísticas tras el parón de los primeros meses de pandemia. Una rápida recuperación de la demanda ante una oferta inelástica para reanudar su ritmo normal trajeron como consecuencia la crisis actual.
Pero una vez más, la Covid19 no nos deja ver un bosque de tendencias de fondo, ya previas a la pandemia, que explican aspectos estructurales de esta crisis. La guerra geopolítico-tecnológica entre Estados Unidos y China, la digitalización, los mayores requerimientos medioambientales, o la lucha por el talento global, entre otros, constituyen una fórmula de factores que ya estaban afectando a las cadenas productivas globales. Éstas ya habían iniciado un proceso de reorganización antes del primer caso de coronavirus en Wuhan, y la Covid19 no ha sido más que un acelerador o catalizador muy eficaz de esta fórmula.
Nos encontramos así en un nuevo escenario económico mundial. Algunos hablan de una ralentización de la globalización o slowbalization, otros de una nueva etapa de la globalización. Incluso hay quien vaticina su fin. No lo creo, pero todo parece indicar que, en los próximos años, y quizás décadas, el mundo no será tan plano como apuntaba Thomas Friedman en su best-seller, sino más abultado o puntiagudo.
Ante este nuevo panorama, las empresas deben necesariamente cambiar sus estrategias y tácticas para operar en el mercado, que sigue siendo mundial. En concreto, se ha puesto de evidencia la necesidad de dotar de mayor agilidad a las cadenas de suministro global, y se ha revelado la necesidad de acercar algunos suministros.
La ecuación de las cadenas de suministro globales se ha vuelto mucho más compleja, pasando de una maximización de la eficiencia en costes, a tener que combinar factores como costes, calidad, resiliencia, seguridad y sostenibilidad. Son a veces fuerzas contrapuestas que exigen una nueva concepción de las cadenas globales, mutando hacia cadenas glocales que tengan en cuenta estos factores.
Se trata de cadenas que deben combinar la eficiencia y las economías de escala de la presencia global, con las nuevas exigencias de cercanía al cliente y a los mercados. La constitución de hubs regionales de suministro en zonas estratégicas del mundo, una creciente utilización de la robótica y la automatización para la fabricación y la logística, y un cambio del modelo de costes que incluya factores como la sostenibilidad o la resiliencia, serán los elementos definitorios de estas cadenas glocales.
Las oportunidades y riesgos de la glocalización de las cadenas de suministro variarán en función de las regiones y sectores, pero habrá algunos elementos comunes que deberán tener en cuenta las empresas en sus estrategias:
Por último, y quizás lo más importante, en este nuevo entorno es fundamental que los empresarios se pongan al mando, para pilotar la empresa con una visión emprendedora renovada que permita realinear la estrategia y asegurar la sostenibilidad de la empresa ante los nuevos riesgos e incertidumbres.
Las empresas ganadoras de esta crisis serán aquellas que tengan al frente líderes que sean capaces de comprender la complejidad del entorno, y dar un paso adelante para gobernar su destino.