En un momento en que Demócratas y Republicanos discrepan en casi todo, hay un tema en el que ambos coinciden: debe reforzarse la política industrial y la innovación de los Estados Unidos. Tanto Trump como Biden coinciden en la necesidad de una política industrial sólida para construir una infraestructura económica más resistente, crear buenos empleos en Estados Unidos y hacer la transición a un sistema de producción más sostenible.
Joe Biden promete movilizar el talento y la innovación, así como aplicar todo el poder del gobierno federal para reforzar la fuerza industrial y tecnológica estadounidense y garantizar que el futuro sea "Made in all of America", para todos los trabajadores en todo Estados Unidos. Biden ha presentado un plan con 300 mil millones de dólares en fondos para I+D durante cuatro años, más de 400 mil millones de dólares en compras gubernamentales a empresas de Estados Unidos que ayudarán a impulsar la financiación en áreas tecnológicas claves, así como un plan para promover infraestructura y la energía limpia.
Además, Biden presentó en julio una estrategia económica para "reconstruir la capacidad de fabricación nacional", restaurando las cadenas de suministro locales que van desde semiconductores a productos farmacéuticos. En septiembre, añadió una penalización fiscal al plan, dirigida a las empresas que trasladen puestos de trabajo a otros países, junto con un crédito fiscal para las empresas que los traigan a Estados Unidos.
El presidente Trump ha ofrecido poco en cuanto a una agenda para un segundo mandato. Su web de campaña no dispone de una sección dedicada a políticas, sino que ofrece una lista de "Promesas cumplidas", encabezada por una sección sobre "Economía y empleos" que afirma que "el presidente Trump impulsó la economía de Estados Unidos a un crecimiento récord" y luego destaca la reforma fiscal de 2017, que manifiesta que pretende continuar: bajar impuestos a negocios e individuos mientras aumenta el déficit presupuestario.
Entre los temas que ha ido proponiendo durante su campaña están los de crear 10 millones de nuevos trabajos en 10 meses o crear 1 millón de nuevas pequeñas empresas para lo que propone reducir los impuestos para aumentar el salario neto y mantener los trabajos en Estados Unidos; promulgar acuerdos de comercio justo que protejan los empleos estadounidenses; créditos fiscales a las empresas que fabriquen "Made in America" y continuar con la agenda desregulatoria para la independencia energética. También se prevé que continúe delegando la responsabilidad de la innovación a las agencias federales, impulsando iniciativas específicas como la Inteligencia Artificial y los institutos de ciencia cuántica a través de incrementar líneas de financiación.
Estas coincidencias muestran que no importa quién gane en noviembre, ya que la política económica durante los próximos años tendrá como objetivo proteger el empleo estadounidense de la subcontratación impulsada por empresas que buscan menores costes laborales, así como recuperar la fabricación de industrias que Estados Unidos había dado por perdidas. Ambos candidatos promueven la inversión en la fabricación nacional y en las cadenas de suministro, pero discrepan en las formas y en cómo manejar las relaciones comerciales globales.
Se espera que si Biden gana se apoyará en subsidios a cambio de regulaciones más estrictas e impuestos más altos; mientras que Trump, preferirá que sea el sector privado el que tome la iniciativa.
Los dos coinciden en que Estados Unidos no puede depender de China y que se deben buscar otros países para suministrarse. Se espera que si Trump gana continuará con tratos unilaterales con algunos países como Europa o Brasil. Y si gana Biden, éste seguirá oponiéndose a China, aunque probablemente normalizará las relaciones con la OMC y buscará coaliciones más amplias para hacerlo.