La economía global resiste mejor de lo previsto, aunque la incertidumbre se ha vuelto estructural, marcando un entorno cambiante que exige adaptación estratégica.
La economía mundial presenta un desempeño más sólido de lo anticipado. Según el FMI, los niveles de crecimiento actual superan los peores escenarios, aunque aún están por debajo de lo necesario. Tres factores explican esta resiliencia: la rápida adaptación del sector privado, el impacto acotado de los aranceles y el auge de expectativas en torno a la IA. Aun así, las previsiones apuntan a un crecimiento global del 3% en 2025, por debajo del promedio prepandemia del 3,7%.
El contexto actual se caracteriza por una incertidumbre estructural que responde a transformaciones profundas del orden económico. Aunque recientes acuerdos comerciales de Estados Unidos han reducido ciertos riesgos, la persistencia de tensiones geopolíticas y legales mantiene elevados los índices de incertidumbre comercial.
Una vez moderado el riesgo arancelario, el foco global se desplaza hacia un nuevo ciclo inversor impulsado por la IA, el gasto en defensa y el sector vivienda. Este impulso podría contrarrestar años de atonía desde la crisis de 2008, aunque conlleva el riesgo de una posible burbuja inversora en IA.
Europa se posiciona favorablemente gracias a proyectos como ReArm Europe y el plan alemán de infraestructuras. La región combina un marco regulatorio sólido, independencia monetaria y un renovado atractivo para los inversores internacionales.
El comercio global ha sorprendido por su capacidad de resistencia. En el segundo trimestre de 2025, creció un 2,5% intertrimestral, manteniendo esta tendencia en el tercer trimestre, según la UNCTAD. Esta expansión se apoya sobre todo en las economías en desarrollo, mientras que las desarrolladas muestran un desempeño más moderado por la caída de importaciones en EE. UU.
A pesar de factores negativos como la posible imposición de nuevos aranceles sectoriales o el auge de estrategias industriales proteccionistas, la solidez del sistema multilateral y los tratados de libre comercio aportan estabilidad al panorama comercial.
La composición del crecimiento manufacturero global muestra un giro hacia Asia. India lidera el dinamismo fabril, seguida de Tailandia y Vietnam. EE. UU. también ha registrado un repunte notable, mientras que Brasil muestra retrocesos significativos.
En Europa, la producción continúa creciendo moderadamente. Este comportamiento es destacable si se consideran las tensiones comerciales, la incertidumbre política en Francia y el arranque complejo de la nueva Administración alemana. Alemania se mantiene en pausa inversora, y Francia sigue afectada por su fragilidad política interna.
España destaca como una de las economías con mejor desempeño. La revisión del INE sitúa su crecimiento promedio postpandemia en el 3%. Factores como el aumento de población extranjera, la mejora de la productividad y el dinamismo inversor explican esta evolución positiva. En 2025, la demanda interna gana protagonismo como motor de crecimiento.
El entorno económico de 2025 combina resiliencia con desaceleración estructural. Las oportunidades ligadas a la inversión en tecnología y defensa deben aprovecharse con visión estratégica para evitar desequilibrios. Europa, pese a sus desafíos, mantiene una posición sólida para atraer inversión.
Persisten riesgos relevantes, como una potencial burbuja en IA o el deterioro institucional en grandes economías. La guerra comercial entre EE.UU. y la UE sigue siendo un foco de tensión latente. En este escenario, la clave será adaptarse con agilidad y mantener la preparación ante escenarios adversos.
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