Marruecos atraviesa una fase de fuerte dinamismo económico e institucional. El país ha avanzado en la implementación efectiva de las medidas derivadas de la Carta de la Inversión y ha lanzado un ambicioso programa de infraestructuras vinculado al Mundial de Fútbol de 2030.
Estas iniciativas, junto con el crecimiento sostenido de la economía y los acuerdos de libre comercio con la Unión Europea y Estados Unidos, refuerzan el atractivo del país como plataforma industrial y exportadora. A la vez, emergen tensiones sociales que evidencian los retos de un modelo en plena transformación.
La Charte de l’Investissement, aprobada en 2022 pero plenamente activa desde principios de 2025, marca un punto de inflexión en la política industrial marroquí. En la reunión del 26 de junio de 2025, la Comisión Nacional de Inversión aprobó 47 proyectos por un valor total de 51 000 millones de dírhams, con la previsión de generar 17 000 empleos. En el primer trimestre, la inversión extranjera directa superó los 9,15 mil millones de dírhams, impulsada por los nuevos incentivos, que permiten subvenciones de hasta 30 % del valor del proyecto.
Los sectores prioritarios incluyen automoción, agroindustria, energía, logística y metalurgia. Con estas medidas, Marruecos busca pasar de atraer manufactura básica a consolidarse como polo de producción tecnológica e industrial avanzado.
El Gobierno ha aprobado una inversión récord de 41 000 millones de dólares (380 000 millones MAD) destinada a modernizar infraestructuras de transporte y equipamientos urbanos en el marco de la Copa Mundial de la FIFA 2030.
El plan incluye la expansión de aeropuertos, nuevas líneas de alta velocidad, mejora de la red de autopistas y construcción de estadios y zonas logísticas. Más allá del evento deportivo, se trata de una estrategia de largo plazo para reforzar la conectividad interna y la capacidad exportadora del país. El sector de la construcción crecerá en torno al 4,5 % en 2025, impulsando también la demanda de materiales, energía y servicios de ingeniería.
Las previsiones del FMI y del Banco Mundial sitúan el crecimiento del PIB marroquí entre 4,4 % y 4,8 % en 2025, tras un 3,8 % en 2024. El presupuesto estatal presentado en octubre 2025 prevé un aumento del gasto público del 5,5 % y una expansión económica del 4,6 % en 2026.
Este desempeño se apoya en la estabilidad macroeconómica, la recuperación agrícola y la atracción de inversión industrial, factores que consolidan a Marruecos como una de las economías más estables y dinámicas del norte de África.
Marruecos mantiene acuerdos de libre comercio tanto con la Unión Europea como con Estados Unidos. Esta doble conexión le otorga ventajas de acceso preferencial a dos de los principales mercados mundiales, lo que refuerza su posición como plataforma exportadora.
Paralelamente, el país estrecha lazos con Turquía, con quien revisa su tratado bilateral para corregir desequilibrios comerciales y potenciar la inversión. En octubre 2025 ambos gobiernos firmaron un nuevo acuerdo logístico y digital. Este proceso incrementa la competencia en sectores industriales estratégicos, ya que empresas turcas están utilizando Marruecos como base para expandirse hacia África. Para las compañías europeas, supone un entorno más competitivo que conviene observar de cerca.
El crecimiento económico convive con un malestar social creciente. Desde finales de septiembre 2025, las protestas lideradas por jóvenes reclaman mejoras en sanidad, educación y empleo. Estas movilizaciones reflejan las desigualdades persistentes y las dificultades para trasladar los beneficios del desarrollo a toda la población.
Aunque la estabilidad institucional se mantiene, las tensiones sociales subrayan los límites del modelo actual y la necesidad de que las reformas económicas se acompañen de políticas inclusivas y de empleo juvenil.