En las próximas elecciones de Estados Unidos, los dos principales candidatos han presentado enfoques distintos sobre las políticas económicas, energéticas y de relaciones internacionales, los cuales podrían influir significativamente en el futuro del país. A continuación, se describen algunas de las medidas que podrían aplicar según sus propuestas y trayectorias recientes.
Uno de los aspectos más destacados de la contienda es el enfoque hacia la energía y el cambio climático. Durante su mandato, el expresidente Donald Trump se retiró del Acuerdo de París y ha prometido desmantelar gran parte de la Ley de Reducción de la Inflación, que impulsa incentivos para la industria nacional y la tecnología limpia. Trump también busca eliminar el apoyo a la generación de energía renovable, como la eólica y la solar.
En contraste, una posible administración de Kamala Harris mantendría, y probablemente expandiría, las políticas actuales que fomentan la energía renovable y la adopción de vehículos eléctricos. Estas políticas incluyen subsidios fiscales y garantías de préstamos destinados a avanzar hacia una economía con menos emisiones de carbono, con un enfoque particular en el desarrollo de nuevas tecnologías verdes y la relocalización de la explotación de minerales críticos en Estados Unidos.
Las políticas emblemáticas de Trump incluyen recortes impositivos, particularmente en el impuesto a las ganancias corporativas, una regulación más laxa para la industria de combustibles fósiles y la implementación de aranceles a casi todas las importaciones de países extranjeros. Estos aranceles han sido mantenidos por la administración Biden-Harris, y aunque Harris no ha especificado si los eliminará, es probable que una posible administración suya continúe con este enfoque, pero con menos énfasis en imponer nuevos aranceles radicales.
Por otro lado, Harris ha propuesto abordar el aumento de los costos para los consumidores principalmente a través de acciones antimonopolio, enfocándose en industrias como la producción de alimentos. Además, es posible que se promulguen políticas que busquen reducir la deuda del consumidor.
En cuanto a las relaciones internacionales, particularmente con Taiwán y China, ambos candidatos muestran posturas que implican un enfoque estratégico. Trump ha sugerido que Taiwán debería compensar a Estados Unidos por su protección contra China, mientras que Harris probablemente reafirmaría su apoyo a la isla. Ambos candidatos parecen estar de acuerdo en la importancia de mantener restricciones a la exportación de tecnología de chips y semiconductores a China para preservar el liderazgo estadounidense en sectores clave como la inteligencia artificial.
Respecto a Israel, en diciembre pasado, se filtraron desde la Casa Blanca informaciones que indicaban que Harris era partidaris de una línea más dura con respecto a la conducta del primer ministro israelí en la guerra.
Por su parte, Trump sugiere que puede crear un entorno global más pacífico porque puede tratar con los hombres fuertes de Rusia, China y Corea del Norte, que lo respetan.
También afirmó que resolvería la guerra en Ucrania en un día, presumiblemente en términos más favorables para Rusia. No obstante, Trump puede estar ahora menos dispuesto a abandonar Europa, en vista del rápido aumento del gasto en defensa europeo y de la continua guerra de gran envergadura.
El mercado de inversiones está en un estado de cautela debido a la incertidumbre sobre el futuro de las políticas económicas y comerciales en Estados Unidos. Los inversores están tomando una postura de espera hasta que haya más claridad sobre los costos y las posibles políticas que se implementarán. Por ejemplo, la industria de infraestructura se ha desacelerado debido a la incertidumbre sobre los subsidios y tarifas a la energía verde.
En resumen, las elecciones se presentan como una competencia no entre dos ideologías económicas completamente opuestas, sino entre diferentes enfoques hacia las mismas preocupaciones globales. La administración de Harris podría enfocarse en continuar y expandir las políticas de sostenibilidad y justicia económica, mientras que Trump se centraría en desmantelar regulaciones y fortalecer la independencia económica a través de una política arancelaria agresiva. El resultado final podría tener un impacto duradero en la dirección económica, ambiental y tecnológica de Estados Unidos.